6/5/13

Escribir para niños


Escribir para niños es escribir para adultos chaparritos


En la primera edición de la FILEY, participé con una conferencia sobre literatura infantil, el tema era: escribir para niños. En aquella ocasión, recuerdo que además recibí la visita de los escritores Raúl Renán, a quien admiro y agradezco su confianza en mis proyectos, y Fernando de la Cruz, amigo entrañable.  

Francamente nunca me ha gustado mucho la solemnidad en las presentaciones, conferencias y demás eventos públicos, (a pesar de que en mi manera de escribir muchas veces parece lo contrario) así que bajé del pódium y tomando una silla invité a los asistentes a acercarse y formar un círculo en medio del salón lo cual nos ayudó a adquirir una atmosfera de confianza entre todos.

El público estaba conformado por mamás y abuelitas interesadas en que los pequeños leyeran más o mejorarán su comprensión lectura en la escuela, ese no era el tema específico, pero de ahí me arranqué para iniciar la que se convertiría de una conferencia a una charla, permitiendo que las asistentes contarán su experiencia al ser las principales lectoras y promotoras de lectura con los pequeños. 
En aquél entonces yo estaba a punto de encargar a mi hija, así que si bien tenía toda la teoría posible sobre la lectura con los niños y de cómo escribir para ellos, me faltaba la parte práctica que sólo una madre que lee todos los días con su hijo puede conocer… lo que de verdad le gusta a un niño. 

Una a una, las madres sostenían que sus pequeños no estaban satisfechos ya con los cuentos clásicos, no al menos como los escribieron y editaron hace muchos años. La forma de resolver muchos de los conflictos de esos cuentos, no concuerda con la vida cotidiana y muchos niños ven absurdos los enredos o dificultades que los héroes o protagonistas enfrentan.

¿Por qué no le llamó a su teléfono y le pregunto si ya sabía?, pudo mandarle un mensaje, ¿por qué no buscó como resolver su problema en internet? Son cosas que un niño moderno piensa ante los conflictos de los cuentos de antaño.

Y es que los niños no son seres ingenuos que por su condición de juventud se creen todo lo que uno les dice, por el contrario, cuando un niño pone su atención en algo, por ejemplo la lectura de un cuento (o bien escucharlo si aún no sabe leer), se mantiene siempre haciéndose preguntas, no con malicia, pero sí con todas la necesidad de comprender la lógica de un universo (el del cuento) que no conoce y que desea comprender, no en balde los cuentos son empleados en muchas ocasiones para enseñar a los niños desde operaciones sencillas y cotidianas como cepillarse los dientes, hasta asuntos emocionales complejos como el duelo al perder un ser querido.

Así, suponer que lo que desde nuestra perspectiva de adultos llenos de tabúes y prejuicios es lo correcto para nombrarle el mundo a un niño, es suponer erróneamente, los niños son tan inteligentes como un adulto, la diferencia es que ellos están aprendiendo y conociendo, pero no son tontos, de tal forma que, un adulto cualquiera acostumbrado a un modelo de normas y reglas, sería igual que un niño si lo trasladamos a otra dimensión u otro planeta donde no conociera nada, evidentemente este adulto no serìa tonto, sólo no comprendería su entorno,  porque sería la primera vez que se enfrentara a él. Para dejar más las cosas en claro, un niño no sabe que hablar con extraños puede ser peligroso, hasta que un adulto le cuenta la historia de Caperucita.

Hoy por hoy, compruebo con mi hija que los bebés y los niños son igual de inteligentes que nosotros, que tienen ya un temperamento, y que nuestra labor es conducirlos de manera clara por el mundo explicándoles sin imponer. Escribir para niños entonces, significa eso, escribir para adultos pequeñitos, sin dejar cabos sueltos, sin asumir que no se darán cuenta de saltos injustificados en el tiempo, y demás errores que queramos esconder bajo el argumento de que “no se darán cuenta”, basta sólo con observar el rostro de un niño cuando escucha un cuento, para intuir que está reproduciendo toda la historia en su cabeza como una película en 3D. Si cometemos un error al escribirla, se va a notar cuando el niño vea la pelicula en su mente.

Y no sólo los escritores pueden crear historias para niños, mi madre, sin que nadie la bautizara aún escritora, escribía en un cuaderno todos los días, para que al llegar la noche me contará un capítulo más de lo que luego serìa su primera novela.  

Por favor, no se abstengan de hacer cuentos para sus pequeños, son indispensables para enter el mundo, su mundo, y generan una conexión entre quien lo crea y a quien se lo narra, pero no olviden esto: los niños son adultos pequeñitos.





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